Alejandra se muda a la casa de su padre recién fallecido mientras espera la sucesión y atraviesa su duelo. Allí, entre personajes enigmáticos y una relación amorosa inestable con Martín, inicia una búsqueda: volver a soñar con su padre. Su amigo Dyno le propone probar un invento que permite a dos personas compartir el mismo sueño. Ese viaje onírico marcará su destino, entre el amor, la memoria y la frontera difusa entre la vigilia y el sueño.